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La luz es sin duda la tinta que usamos en la narrativa fotográfica, en cualquiera de sus géneros o estilos, el autor estudia, analiza y compone con luz. Controlarla requiere de un aprendizaje teórico y técnico, que no servirán de mucho sin la práctica, la exploración es el camino recto hacia el aprendizaje.
En la fotografía callejera, debemos ser muy meticulosos con la iluminación. Componer con luz natural puede parecer sencillo, ya que no hay que cargar con todo el equipo, una gran ventaja, pero hay mucho que aprender. Aquí no se planifican esquemas de iluminación de manual, en la escuela de fotografía nos enseñan a medir luces, a colocarlas para componer con ellas… yo pienso que el saber no ocupa lugar y que “la regla del sunny 16” siempre estará ahí cual “Pepito grillo” pero en la práctica, nuestra cámara tendrá un fotómetro integrado y probablemente osaremos a encuadrar la escena con el sol de frente, ignorando todas esas normas de exposición correcta, desafiando al sagrado manual y a nuestra conciencia, improvisando y moldeando nuestro propio estilo.
Se puede preparar una composición con luz natural, para hacer “fotografía en la calle”, pero la “fotografía de calle” no se prepara, se caza o se pesca el instante, nace de la improvisación.
Conocer cómo se comporta la luz natural, cómo varía según la estación, el día, la hora…es uno de los pilares básicos. Cinco minutos de diferencia en un mismo día, son decisivos para la composición, especialmente con los primeros y últimos rayos de sol. La proyección de las sombras, las texturas y detalles que se pueden obtener en ellas, los claroscuros y contraluces ,el volumen y los silueteados… trabajar ese conocimiento, va a convertir una escena banal , en una imagen única y llena de magia, una fotografía narrativa.
La fotografía de calle debe ser narrativa y el buen uso de la luz, es una de las claves para dar fuerza a la composición.
Ya sea foto documental, crítica social o fotografía narrativa, para que una imagen funcione, debe transmitir un mensaje, una historia, una denuncia o un sentimiento. La iluminación aportará romanticismo o un tono dramático a la escena, lo que romperá con la idea preconcebida, de la fotografía como imagen objetiva de la realidad, que desafortunadamente, en la época que vivimos, cada vez se hace más evidente.